Salvador y Liliana Ramírez -Bº Cotolengo- San Francisco (Cba)
Llevamos 22 años de casados, por 12 años vivimos una vida que iba de mal en peor, vivíamos trabajando, pero económicamente no veíamos nada, sólo ruina pobreza y miseria. No teníamos dónde vivir, vivíamos de lo prestado o de la generosidad de la gente, en casas precarias, húmedas, los pocos muebles que teníamos los íbamos perdiendo debido a que los lugares se inundaban y así de a poco lo perdíamos. Teníamos nuestros hijos pequeños y ellos sufrían, y nosotros muchas veces intentamos separarnos. Hasta que un día nos hablan de un plan de vivienda. Eran 100 casas y 3000 los inscriptos, las posibilidades nos dijeron para ustedes son ínfimas, pero igualmente nos anotamos. Conocimos al Señor por ese entonces y logramos tener nuestra casa propia. Desde ahí comenzamos a ver la mano de Dios sobre nosotros, nuestras vidas comenzaron a cambiar, El Señor comenzó a darnos muebles nuevos para nuestro nuevo hogar y así fuimos progresando. Ampliamos la vivienda comenzamos a hacer cosas que antes nunca habíamos logrado. Salvador por su trabajo necesitaba contar con un vehículo para movilizarse y los que antes tenía siempre le traían problemas, hasta que un día nos animamos a pedirle al
Llevamos 22 años de casados, por 12 años vivimos una vida que iba de mal en peor, vivíamos trabajando, pero económicamente no veíamos nada, sólo ruina pobreza y miseria. No teníamos dónde vivir, vivíamos de lo prestado o de la generosidad de la gente, en casas precarias, húmedas, los pocos muebles que teníamos los íbamos perdiendo debido a que los lugares se inundaban y así de a poco lo perdíamos. Teníamos nuestros hijos pequeños y ellos sufrían, y nosotros muchas veces intentamos separarnos. Hasta que un día nos hablan de un plan de vivienda. Eran 100 casas y 3000 los inscriptos, las posibilidades nos dijeron para ustedes son ínfimas, pero igualmente nos anotamos. Conocimos al Señor por ese entonces y logramos tener nuestra casa propia. Desde ahí comenzamos a ver la mano de Dios sobre nosotros, nuestras vidas comenzaron a cambiar, El Señor comenzó a darnos muebles nuevos para nuestro nuevo hogar y así fuimos progresando. Ampliamos la vivienda comenzamos a hacer cosas que antes nunca habíamos logrado. Salvador por su trabajo necesitaba contar con un vehículo para movilizarse y los que antes tenía siempre le traían problemas, hasta que un día nos animamos a pedirle al
Señor, que así como nos dio la casa, nos podía dar ese utilitario que tanto necesitábamos para trabajar. Así fue, El Señor nos sorprendió con un vehículo utilitario que no solamente es utilizado para eso, sino que está a disposición de la Obra del Señor. Actualmente Salvador trabaja para una empresa de la ciudad donde el Señor puso en su camino y la utiliza para bendecirnos sobrenaturalmente.Estamos felices por conocer al Señor.
Hoy le servimos junto a nuestra familia y somos muy prosperados.
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